Por: Gustavo Munera Bohorquez
La maldad concentrada en las EPS es
ilimitada, sin importarles el grado de frustración y sufrimiento que infligen a
quienes necesitan sus servicios, Acabo de colgar el celular tras ser contactado
por la jefa de talento humano de la institución donde trabajo. Le preocupaba
que un paciente a quien le extraje una masa por cirugía que seguramente corresponde
al diagnóstico benigno pre quirúrgico le fue rechazada la solicitud de estudio
anatomopatologico, según, porque yo escribí en la historia clínica “se envió
muestra a patología” y no, a su juicio, “se solicita estudio de patología”, ya
que los médicos no tenemos potestad de enviar muestras para este tipo de estudios
sin previa consulta a ellos. Si esto no es una infamia innombrable, entonces he
vivido en balde. Además, pide esta emperatriz de la mala fe que reescriba la descripción
quirúrgica donde aparece la expresión de su disconfort, para que se ajuste a lo
que ellos consideran es lo legal. De no adocenarme, seguramente el paciente se
quedara sin diagnostico histológico (el que hace el patólogo al escudriñar en
los cortes que le practican a las muestra quirúrgicas que le son remitidas). No
hare ningún cambio en el documento, así este de por medio una injusticia, pero
que en ningún caso la he cometido en lo personal. Lamento la desesperación del
paciente y me tranquiliza que es bajísima la posibilidad de malignidad en el
nódulo resecado. Sin embargo nunca existe la certeza de excluir clínicamente la
posibilidad de un cáncer o un trastorno grave. El impedimento creado por la EPS
se puede examinar, incluso a la luz de la semántica. Si digo, como lo piden
estos malandrines de la salud, “se solicita estudio…”, puede suceder que el
tejido en cuestión no se haya remitido a donde corresponde y así lo podrían interpretar
los jueces, que todo lo saben. Habría confusión. Pero si empleo la voz activa “
se envió muestra”, no hay lugar a ninguna duda que hice lo que me corresponde
para que el encargo llegue a su destino. El trámite para que ello se dé es
asunto de oficina que no me incumbe. No sé si la maldad deja dormir, pero en
todo caso estos peseteros de la salud no se paran en pelillos para evadir sus
responsabilidades. Toca iniciar una revolución a fondo con marchas, bulla y
hasta petición de medidas cautelares a los organismos internacionales de
derechos humanos para que la constitución política no sea un osario. Por desgracia la mayor parte de los clientes
de las EPS (privadas, públicas o el mismo Estado atreves de sus servicios departamentales
o
distritales de salud) son personas
cuasi indigentes con altos grados de analfabetismo. Una y otra condiciones
hacen individuos mansos. Pasto de sentimientos de culpa con esperanzas puestas
en imposibles.
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