8 ene 2015

COLOMBIA SIN JUSTICIA

Por: Gustavo Munera Bohorquez

En Colombia es corrillo que quien cae en manos de los organismos de justicia en cierre de balance de “positivos” para completar la cuota del periodo, la pasa feo dado que le es más difícil gestionar su defensa. Puede que aclare su situación judicial, pero mientras el palo va y viene suele pasar meses en un entredicho que le perjudica social, laboral y económicamente; y no siempre el resarcimiento de los derechos es completo ni oportuno.
A esta situación calamitosa ahora se suma el paro judicial de la Asociación Nacional de Funcionarios y Empleados de la rama Judicial (ASONAL), que entró en su quinta quincena sin vislumbrarse una solución por parte del responsable de proveer la misma: el ministerio de justicia. El gobierno nacional ha sido omiso en su obligación de cumplir la ley respetando los compromisos adquiridos con el sector judicial.
Si bien Colombia no es propiamente un Estado fallido, es real que en él se dan algunas de las circunstancias que caracterizan a los mismos. SegúnFund for Peace (Fondo para la Paz), institución no gubernamental con sede en Washington, un Estado lo es cuando 1. Pierde el control físico de territorio o del empleo legítimo de la fuerza; 2. Se halla erosionada la autoridad legítima para la toma de decisiones; 3. Es incapaz de suministrar servicios básicos y, 4. Hay incapacidad para interactuar con otros Estados.
Se perdió territorio con Nicaragua y parte de país no cuenta con protección estatal, hay excesos notorios de la fuerza pública, el ministerio de justicia está paralizado para resolver el paro judicial que ya cuesta cien mil millones de pesos en pérdidas y los servicios básicos son pobres, cuando no inoperantes como la salud, por ejemplo. Ergo, casi. Lo relevante es que ahora interactuamos mejor con los Estados vecinos que cinco años atrás.
Pero, contrario a sus obligaciones, el presidente Juan Manuel Santos y su ministro de justicia se solazan en descalificar a los empleados de la justicia. Los medios masivos de prensa se ensañan con ellos mostrándolos como unos desconsiderados que no merecen ninguna de las exigencias en las que el país está en deuda. Es en sí misma una injusticia que entre el salario de un magistrado y un juez de provincia haya una diferencia de hasta siete veces lo devengado por uno y otro.
En la parálisis judicial actual existen flagrantes violaciones de los derechos humanos, pues hay detenidos que permanecen en el limbo, tutelas por derechos fundamentales sin cursar trámite, negocios perjudicados por no poderse finiquitar legalmente, etc. En fin, que la ciudadanía está sometida a torturas, tratos y penas crueles, inhumanas y degradantes; todas, circunstancias prohibidas por la Constitución Nacional. Y el pobre pueblo pagará con sus impuestos las demandas que se vienen por tales detrimentos y donde será sindicado el ministerio de justicia.