20 feb 2015

EL TRANSITO EN MAICAO


Sector de la calle 16 con carrera 9.  La señal de giro a la derecha debería
estar en la esquina opuesta

En este sector de la calle 13 entre carreras 7 y 8 hay unos reductores de
velocidad que no cumplen con las medidas reglamentarias y para colmo
la calle es casi que de uso privado de los dueños de bodega  ubicados en
el lugar ya que utilizan es espacio publico para cargar sus vehículos con
mercancía de manera que por la vía es imposible que pase otro automotor
Por: Gustavo Munera.

Maicao no es precisamente una exquisitez para manejar en sus calles; es una localidad donde cada quien parece regirse por un código propio que prima sobre el de los demás. Para mayor desorden, las señales de tránsito recientemente instaladas no cumplen estrictamente la normatividad del ministerio de Transporte, en particular por su tamaño y ubicación. Más discutible resulta la priorización del sentido de las calles de la ciudad.

El interés por unificar las señales de tránsito comenzó en el mundo hacia 1949 y en Colombia se estableció definitivamente en 1987; a Maicao ha llegado de manera intermitente, incompleta, arbitraria e inadecuada. Nunca ha habido un programa completo y técnico al respecto. Cada administración hace lo que se le ocurre, puede o cree que es suficiente para devolver favores. Sería bueno conocer qué estudios con asesoramiento de Mintransporte se hizo para la flamante señalización de la urbe.

Las nuevas lemas de tránsito verticales (las que se ven a la derecha de los caminos y en esquinas; éstas pueden ser reglamentarias, preventivas o informativas, referenciadas respectivamente con dos letras: SR, SP y SI, acompañadas de un número) no siempre están donde deberían. Como en la  intersección de la calle 16 con la carrera 9, que en vez de ubicarla en la esquina por doblar, la pusieron en la de enfrente. Además, se les nota la artesanía chapucera, pues carecen de las referencias alfanuméricas obligatorias referidas.

Pero, la señalización de tránsito es divertida con esa combinación de en una esquina el sentido preferente lo tiene la calle y en la siguiente la carrera. Ello exige manejar despierto y de eso se trata. Sus diversos tamaños obliga a enfocarse para saber a qué atenerse. Cuando indican una prohibición de no parquear, no se sabe cuánto espacio está vedado, pues suelen poner una sola señal. ¿Quién le gana la discusión a la policía y su grúa si se deja el vehículo metros antes o después de ella?

La semaforización es asunto del que nadie habla. Tal vez persiste el recuerdo de la actitud de los “culupuyús” (culo puyuo, porque en la parte trasera del calzón se apreciaba una prominencia por la pistola empretinada). Estos personajes levantaron a tiros los primeros semáforos cuando según su entender, se demoraban en cambiar a verde. No obstante, se podría pensar en un plan maestro de semaforización ahora que ya casi todos están muy viejos o reposan donde no se requieren. También hay una tarea pendiente más fácil para las autoridades locales: acabar con las señales de tránsito de cabuya o cadena, las que cada quien pone frente a su negocio o residencia y vuelve el espacio público en privado. Hay sitios donde se precisan, pero son pocos: centros sanitarios, bancos y estaciones de policía y deje de contar.

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